Parece que se ha demostrado que la vía más efectiva de expresar emociones es el tacto.
Una nota sobre una investigación hecha en el "Instituto de Investigación en Tacto de la Universidad de Miami" nos amplía esta visión.
"El tacto posee su propio vocabulario"... o sea las palabras son dichas por el tacto y no verbalizadas... Entonces concluye que tocar es tan efectivo o más que conversar.
Investigadores han hallado evidencia experimental de que tocar puede valer más que mil palabras, y de que un efímero contacto físico puede expresar emociones específicas, en forma silenciosa, sutil e inconfundible.
Científicos liderados por Matthew J. Hertenstein, un profesor asociado de psicología de la
Universidad DePauw, reclutó a 248 estudiantes, para que sean tocados o toquen a un compañero previamente desconocido, para tratar de comunicar una emoción específica: enojo, temor, felicidad, tristeza, disgusto, amor, gratitud o simpatía.
La persona que era tocaba no podía ver y desconocía el sexo de quien lo tocaba, a quien se le indicaba que tratar de transmitir alguna de las ocho emociones mencionadas; ambos permanecían en silencia durante el experimento. Cuarenta y cuatro mujeres y 31 varones fueron tocados por una compañera, mientras que 25 varones y 24 mujeres fueron tocados por un compañero varón.
Finalmente, a cada persona tocada se le dio una lista de ocho emociones y se le pidió que eligiera aquella que había sido transmitida. También hubo una novena opción -"ninguno de estos términos es correcto"-, para eliminar la posibilidad de que al forzar la elección de la emoción cuando la persona no la había sentido realmente.
A quienes tocaban se les indicó que tocaran cualquier parte apropiada del cuerpo, y eligieron en forma variable la cabeza, la cara, los brazos las manos, los hombros, el tronco y la espalda.
La transmisión precisa de la emoción fue de entre el 50 y el 78%, mucho más elevada que el 11% que es lo esperable que ocurra por azar, y siendo tasas comparables a las que se observan en estudios sobre emociones verbales y faciales.
Los investigadores también registraron un complejo "vocabulario" de tactos: una sacaudida, un masaje, una palmada o un apretón; pequeños cambios en la presión aplicada; variaciones en la velocidad del toque; cambios en velocidad de los dedos al moverse sobre la piel; diferentes lugares y duraciones del contacto físico.
Tiffany Field, director del Instituto de Investigación en Tacto de la Universidad de Miami, comentó el estudio: "Esta información es muy interesante, y se suma a la ciencia de la emoción y de la comunicación".
En forma consistente, los participantes del experimento eligieron ciertas formas de tocar para transmitir emociones específicas. Para expresar temor, por ejemplo, generalmente agarraban y apretaban sin movimiento, mientras que para transmitir simpatía agarraban, daban palmadas y masajeaban.
Varones y mujeres eran igualmente capaces de interpretar el tacto, pero empleaban diferentes acciones para comunicar las emociones. Los varones raramente tocaban la cara, y sólo lo hacían cuando debían expresar enojo o disgusto hacía una mujer, o simpatía ante otro varón. Las mujeres, por su parte, tocaban las caras con bastante frecuencia para expresar enojo, tristeza y disgusto ante ambos sexos, y para expresar miedo y felicidad a un varón.
"La mayoría de los contactos duraban sólo cinco segundos, pero en esos momentos, somos capaces de comunicar distintas emociones. Es un sistema de señalización sofisticado que no conocíamos", dijo el doctor Hertenstein.
Científicos liderados por Matthew J. Hertenstein, un profesor asociado de psicología de la
Rueda de las emociones de Plutchik |
La persona que era tocaba no podía ver y desconocía el sexo de quien lo tocaba, a quien se le indicaba que tratar de transmitir alguna de las ocho emociones mencionadas; ambos permanecían en silencia durante el experimento. Cuarenta y cuatro mujeres y 31 varones fueron tocados por una compañera, mientras que 25 varones y 24 mujeres fueron tocados por un compañero varón.
Finalmente, a cada persona tocada se le dio una lista de ocho emociones y se le pidió que eligiera aquella que había sido transmitida. También hubo una novena opción -"ninguno de estos términos es correcto"-, para eliminar la posibilidad de que al forzar la elección de la emoción cuando la persona no la había sentido realmente.
A quienes tocaban se les indicó que tocaran cualquier parte apropiada del cuerpo, y eligieron en forma variable la cabeza, la cara, los brazos las manos, los hombros, el tronco y la espalda.
La transmisión precisa de la emoción fue de entre el 50 y el 78%, mucho más elevada que el 11% que es lo esperable que ocurra por azar, y siendo tasas comparables a las que se observan en estudios sobre emociones verbales y faciales.
Los investigadores también registraron un complejo "vocabulario" de tactos: una sacaudida, un masaje, una palmada o un apretón; pequeños cambios en la presión aplicada; variaciones en la velocidad del toque; cambios en velocidad de los dedos al moverse sobre la piel; diferentes lugares y duraciones del contacto físico.
Tiffany Field, director del Instituto de Investigación en Tacto de la Universidad de Miami, comentó el estudio: "Esta información es muy interesante, y se suma a la ciencia de la emoción y de la comunicación".
En forma consistente, los participantes del experimento eligieron ciertas formas de tocar para transmitir emociones específicas. Para expresar temor, por ejemplo, generalmente agarraban y apretaban sin movimiento, mientras que para transmitir simpatía agarraban, daban palmadas y masajeaban.
Varones y mujeres eran igualmente capaces de interpretar el tacto, pero empleaban diferentes acciones para comunicar las emociones. Los varones raramente tocaban la cara, y sólo lo hacían cuando debían expresar enojo o disgusto hacía una mujer, o simpatía ante otro varón. Las mujeres, por su parte, tocaban las caras con bastante frecuencia para expresar enojo, tristeza y disgusto ante ambos sexos, y para expresar miedo y felicidad a un varón.
"La mayoría de los contactos duraban sólo cinco segundos, pero en esos momentos, somos capaces de comunicar distintas emociones. Es un sistema de señalización sofisticado que no conocíamos", dijo el doctor Hertenstein.
NUEVA YORK.- http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1162711
Nicholas Bakalar The New York Times
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